Retrato al minuto de Juanma Pérez Noya

La mesa de la cocina

31-01-2022 • 1 minuto

No le cites a una reunión a las 9 de la mañana. No se presentará. Solo puedes contar con él a partir de la 1 del mediodía, siempre que no le atrape uno de esos atascos que, sospechamos, únicamente existen en su imaginación. Cualquier pretexto es bueno para alargar el sueño reparador de una noche hasta las tantas. Eso sí, cuando por fin le veas llegar a la redacción con sus andares de galán de barrio, una de sus camisetas de fútbol y el tupper en bandolera, sabrás que puedes contar con él para lo que necesites. Como compañero, como buen compañero, no tiene rival. Si Felipe González decía de Manuel Fraga que el Estado le cabía en la cabeza, de Juanma Pérez Noya puede decirse igual, aplicado a la televisión. El tío sabe cómo funciona el invento ese, más allá del conocimiento básico de sintonizar canales. A Juanma le he visto conducir programas, presentar y despedir a invitados, editar desde plató, improvisar soluciones a una conexión fallida y dar órdenes a control con un lenguaje de signos tan ininteligible como imperceptible, todo a la vez, en directo, sin perder el ritmo ni la compostura, y con la muñeca rota. A su conocimiento del medio, hay que sumar una memoria minuciosa de los momentos estelares de la tele, con predilección por los más hilarantes. Todos los almacena Juanma en su móvil, siempre al máximo de su capacidad. Qué no darían los guionistas de los programas de zapping por su contenido. En la vida de Juanma Pérez Noya hay un punto de inflexión. La vez que, todavía niño, vio en pantalla a las Cacao Maravillao, la versión achocolatada de las Mamachicho. Un boquiabierto y diminuto Juanma supo entonces cuál sería su pasión en la vida. ¿La tele? No, lo otro. Episodio escrito y narrado por Gonzalo Altozano. Sonido: César García. Diseño: Estudio OdZ. Contacto: galtozanogf@gmail.com Twitter: @GonzaloAltozano Instagram: @galtozanogf iVoox, Apple y Spotify.