Cruzo la frontera entre España y Portugal, en coche, para visitar los antiguos barrios árabes de Alfama y Mouraria de Lisboa, el corazón más profundo, ecléctico y original de la presencia musulmana en Portugal. Me acompañan la lectura de las páginas de Fernando Pessoa, las películas de Wim Wenders, el sonido del fado y las canciones del mar. Hago una escala en el puerto de la ciudad donde nací; Cagliari, en Cerdeña, una isla en el centro del Mediterráneo que, en los años 60, todavía muchos considerada el “último far west” de Italia.