Zink City Demonologia - X Un hombre muerto a varias leguas

Zink City Demonología

28-01-2022 • 8 mins

Alertado por un alambrador, el padre Zink se presentó en el puesto Taruco, cerca del casco de la estancia Río Irigoyen. Los paisanos decían que desde la desaparición de Pedro Cuyul, ocurrida años atrás, el rancho estaba engualichado; juraban que los caballos se ponían locos cuando se acercaban, que se escuchaba como si alguien arañara las paredes y que las velas parpadeaban haciendo que los visitantes vieran pasar sombras extrañas a sus espaldas. A la medianoche, el padre puso encima de la mesa un mantel blanco y encendió cuatro velas. Tomó dos cálices de madera y los llenó de ginebra. Dijo salud, empuñó su revólver, y el vaso de enfrente se vació solo. —¿Qué te ha pasado, hermano? —susurró el cura. Adelante suyo se formó una especie de niebla de la que salieron dos brazos fuertes que tomaron al cura por la sotana, implorando piedad. —¡Soy Cuyul, padre! Hace unos años me quedé dormido en el bosque en una noche de invierno y nunca más pude despertar. Estaba borracho y embroncado. —¿Por qué estabas enojado? —Unos meses antes había conocido a la Silvestra… y fue una fiesta de amor. A la semana de estar juntos noté que le había crecido la panza y pensé que se había pasado comiendo papa... A los cuatro meses ya casi no podía caminar… ¡Estaba preñada de un hombre anterior! Yo sé que padre es el que te cría, el que te enseña a domar un potro, el que te da unos buenos golpes cuando andás haciéndote el leso… Yo me iba a hacer cargo… Lo que no podía soportar era pensar en la criatura dentro de la barriga mientras nosotros hacíamos la porquería… Sígame, padre, necesito descansar… Zink galopó junto a la nube parlante varias leguas hasta llegar a un bosque cerrado. En ese lugar encontró un esqueleto humano que en la mano tenía apretada una botella de pisco. Hizo un pozo para enterrarlo. A unos metros vio el esqueleto de un caballo sobre el que se posaba un pájaro negro. El cráneo tenía el freno y el cabestro puestos, ambos amarrados a un árbol. El costillar recibía de lleno todo el viento que venía del mar.

You Might Like

Cuentos Infantiles
Cuentos Infantiles
Nancy Carvajal Santa María.
Hotel Jorge Juan
Hotel Jorge Juan
Vanity Fair Spain
MUNDO BABEL
MUNDO BABEL
Juan Pablo Silvestre
Grandes Infelices
Grandes Infelices
Blackie Books
Bibliocracia
Bibliocracia
Audio Sonoro
Tu me diras !
Tu me diras !
Anne-Lise Bouchut & Carole Cochet
Historias Eróticas
Historias Eróticas
Historias Eróticas
Nota al pie
Nota al pie
Vanity Fair Spain
La Biblioteca
La Biblioteca
Alzira Ràdio
Bibliotequeando
Bibliotequeando
Bibliotequeando