Los arqueólogos Xurxo Ayán y Carlos Otero excavan en los burdeles abandonados de las carreteras nacionales, como si se tratara de un yacimiento de una civilización milenaria. En estos lugares cubiertos de moho, convertidos en escombreras, tapiados por láminas de madera y cuyas señales de neón se han apagado y oxidado, hay una historia triste sobre unas gentes sin voz.