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Exploramos la cara B del Valencia C.F. en un podcast que combina hazañas y fracasos, alegrías y tristezas. Un recorrido breve por las historias menos conocidas del club.

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Romario: muchas noches de fiesta y pocas tardes de gloria
29-06-2024
Romario: muchas noches de fiesta y pocas tardes de gloria
En abril de 1993, el Valencia rindió homenaje a Mario Kempes con un retraso de ocho años, organizando un partido de fútbol en el que el propio Kempes, ya con 38 años, jugó con el equipo de Mestalla. El evento fue una especie de partido benéfico que se podría haber promocionado como "Amigos de Kempes contra Amigos de Romario". El Valencia estaba dirigido por el peculiar entrenador Guus Hiddink y el rival era el PSV Eindhoven, un equipo holandés conocido por su estilo ofensivo. El partido terminó con un marcador de 5 a 6 a favor del PSV, destacando Kempes y Romario, ambos anotando tres goles cada uno. Sin embargo, la elección del rival no fue bien recibida por la afición, que aprovechó la ocasión para exigir a la directiva que fichara a Romario. Arturo Tuzón, el presidente del Valencia, optó por no gastar el dinero en fichar al brasileño, quien ese verano se unió al Barcelona, donde continuó marcando goles mientras disfrutaba de la vida nocturna en Sitges y el Port de Aiguadolç. Romario, a diferencia de otros futbolistas conocidos por sus excesos, no bebía alcohol y prefería bailar y socializar mientras bebía agua mineral. Su tiempo en Barcelona fue breve, y a finales de 1994 regresó a Brasil. Mientras tanto, Paco Roig se convirtió en presidente del Valencia y cumplió su promesa de intentar fichar a Romario tras el subcampeonato de Liga del equipo con Luis Aragonés como entrenador. Sin embargo, Romario no tuvo el impacto esperado en Valencia. Sus salidas nocturnas y falta de compromiso se hicieron evidentes, lo que llevó a Aragonés a enviarlo de regreso a Brasil. Roig reemplazó a Aragonés con Jorge Valdano, quien intentó construir un equipo elegante con jugadores talentosos, pero sin mucha dureza. Romario regresó a Valencia, pero una lesión al inicio de la temporada impidió que jugara bajo la dirección de Valdano, quien eventualmente fue reemplazado por Claudio Ranieri. Ranieri tuvo paciencia con Romario hasta que este alegó una lesión para evitar jugar contra el Celta en Balaídos. En la víspera de ese partido, se celebró una fiesta en la Mostra de Cinema del Mediterráneo, a la que asistió Romario, a pesar de estar supuestamente lesionado. Su presencia en la fiesta fue captada por periodistas y al día siguiente fue noticia en todos los periódicos de la ciudad. Esta indiscreción fue la gota que colmó el vaso para sus compañeros de equipo, ya cansados de sus excusas y comportamiento. Finalmente, Romario dejó Valencia y regresó a Brasil para seguir disfrutando de la samba en las playas de Río de Janeiro, cerrando un capítulo turbulento en su carrera futbolística y en la historia del Valencia.See omnystudio.com/listener for privacy information.
Cuando Mestalla quiso linchar a un árbitro
23-06-2024
Cuando Mestalla quiso linchar a un árbitro
La afición valencianista tiene una personalidad única, incomprendida por el resto de España. Pasan de la euforia al desánimo con una facilidad sorprendente, dependiendo del rendimiento del equipo. Son exigentes como pocos y muy generosos. Lo hemos visto estos días con la conquista de la octava Copa del Rey, que desató una euforia colectiva pocas veces vista. Pero esta misma afición puede salvar o hundir proyectos deportivos. Mestalla tiene su insulto de marca para el árbitro inepto: "¡Burro!". Nada de insultos vulgares. Aquí, si un árbitro hace mal su trabajo, es un burro. Mestalla también ha tenido sus ídolos de grada, personajes icónicos como "La Loca", una señora mayor con un paraguas que increpaba a árbitros, contrarios y jugadores del Valencia desde su esquina en Gol Sur. O "El Gallo", un tipo con obsesiones onanistas inmortalizado por Rafa Lahuerta. Y, por supuesto, Manolo "el del Bombo", que aunque es aragonés, se convirtió en un símbolo valencianista. Pero quizás el episodio más canalla de la historia de Mestalla tuvo lugar a finales de la temporada 76-77, en el penúltimo partido contra el Zaragoza. Después de un inicio arrollador, el Valencia llegó a ese tramo final con pocas opciones de clasificarse para la Copa de la UEFA. Ganaban 1-0 gracias a un penalti de Kempes hasta el minuto 85, cuando el árbitro señaló un penalti inexistente. La afición, furiosa por una temporada convulsa, invadió el campo para agredir al árbitro. Esto suena a un partido de tercera división de un país subdesarrollado, pero era la España de la transición. Aquella temporada hubo varias invasiones de campo en primera división. Los 4 minutos restantes se jugaron a puerta cerrada en Madrid dos días después, y el Zaragoza convirtió el penalti, privando al Valencia de la clasificación para la Copa de la UEFA. La principal consecuencia de aquel asalto fue que, a partir de la siguiente temporada, todos los campos de la Liga de Fútbol Profesional fueron equipados con vallas que separaban a jugadores y árbitros del público, una medida que convirtió los partidos en algo parecido a peleas de gallos y que permaneció vigente más de 20 años en la liga española como símbolo de la vergüenza.See omnystudio.com/listener for privacy information.
La cuadrilla de Burjassot
15-06-2024
La cuadrilla de Burjassot
Durante la posguerra en España en los años 40, el Valencia se convirtió en el dominador de la Liga a pesar del hambre y la depresión que cubrían el país. Este éxito fue posible gracias a un equipo formado por jugadores en su mayoría vascos, provenientes de un conjunto destinado a reciclar futbolistas sin club después de la contienda. Este equipo, conocido como el Recuperación de Levante, tenía un nombre que evocaba las clases para estudiantes poco aplicados. En los años 70, el Valencia ganó una Liga y fue subcampeón de la Copa en tres ocasiones. Lo hizo con una plantilla modesta, sin grandes figuras, pero liderada por el entrenador Alfredo Di Stéfano. Cuando Di Stéfano llegó al Valencia, ya había ganado más títulos como jugador que toda la plantilla junta. A principios del siglo XXI, el Valencia vivió los mejores años de su historia, con un equipo sólido y cohesionado que pudo plantar cara al Real Madrid de los galácticos, al Barça de Van Gaal y a la élite europea. Sin embargo, quizás sea la temporada 1995-96 el mejor ejemplo de un Valencia que, sin que nadie se lo esperara, estuvo a punto de ganar la Liga y la Copa. Una anécdota ilustra esta historia: antes del último partido de liga, Luis Aragonés entró en el vestuario y vio a Andoni Zubizarreta riendo ante la pizarra con la alineación del equipo que se jugaba el título. Luis le preguntó por qué se reía y Zubizarreta respondió que le parecía increíble que ese equipo pudiera ganar la Liga, viniendo de alguien que había experimentado el éxito con el Dream Team de Johan Cruyff. El Valencia de esa temporada estaba compuesto por jugadores que parecían desechos de otras plantillas. Se había ido la generación que devolvió el orgullo al club tras el descenso, y en su lugar llegaron futbolistas de club con poco nombre, con la intención de intentar clasificar para la Copa de la UEFA. Paco Roig, presidente en esos años, tomó una de las decisiones más acertadas de su mandato al contratar a Luis Aragonés como entrenador. Bajo su liderazgo, el equipo compitió por todos los títulos. Un factor clave en esta excelente temporada fue el grupo de futbolistas vascos y navarros que integraban el equipo, reflejando el Valencia de los años 40. Este grupo de jugadores formó lo que se conoció como la cuadrilla de Burjassot, una referencia a los grupos de amigos en el País Vasco que salen juntos a divertirse en los bares. Se les llamaba así porque frecuentaban la zona de marcha de Burjassot tras las cenas en Prado Álvaro, un sitio de encuentro no muy visible para el aficionado común y cerca de donde vivían. Al contrario de lo que sucede a veces con grupos de jugadores, esta cuadrilla no era problemática; eran amigos que unían fuerzas tanto dentro como fuera del campo, transmitiendo esa cohesión al resto de la plantilla. Gracias al impulso de esta cuadrilla, el Valencia realizó una segunda vuelta de la Liga excepcional, estando muy cerca de alcanzar al Atlético de Madrid, que se veía campeón a diez jornadas del final pero tuvo que pelear hasta el último partido para asegurarlo. La temporada 1995-96 devolvió la ilusión a una afición que llevaba 15 años sin oler un título, preparando el terreno para el éxito que vendría solo tres años después. Esa temporada también fue notable por la presencia de jugadores como Mijatovic, y otros como Zubizarreta, Mazinho, Viola, Pepe Gálvez, Fernando y Arroyo. Luis Aragonés imprimió su carácter al equipo, permitiendo a los jugadores disfrutar de la vida nocturna mientras rindieran en el campo. Fue una temporada memorable que estableció las bases para el futuro éxito del club.See omnystudio.com/listener for privacy information.