Cuando Joan Casals Mas no se presenta al juicio que tiene pendiente el 11 de febrero de 2004, su hijo empieza a sospechar que le ha pasado algo serio. Por eso no duda al presentarse en comisaría y formalizar una denuncia por desaparición. Además, el día de antes ya había hablado con los Mossos porque no conseguía contactar con él y, cuando le acompañaron hasta su casa, lo único que escuchó fueron los ladridos del perro... Y sabía que su padre nunca lo dejaba solo durante tanto rato.
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