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E03 - Una vida siempre

Nómadas

07-10-2016 • 14 minutos

Sentados, echados sobre las esterillas, los hombres beben té. El té verde es muy amargo y muy dulce y se toma en un solo vasito, que circula entre los hombres que haya. Un hombre –siempre un hombre– lo prepara: limpia el vasito, mide con él la cantidad de hebras de té, la cantidad de azúcar y lo pone en la pava y, cuando ha hervido, el hombre –siempre un hombre– lo va escanciando desde lo alto para que haga espuma. La pava es roja o color lata, muy chiquita –le cabe al hombre en la palma de la mano– y hay un brasero enano para calentarla. El hombre, si es un hombre, acomoda las brasas con los dedos.

A veces –pocas veces– el hombre convida un té a una mujer que haya. No suele suceder: en general, las mujeres están tan ocupadas. Ellos, sobre las esterillas, conversan, dormitan, piensan, se preocupan, esperan el retorno del rebaño.

Moscas sin rumbo, sin tarea: las moscas hacen denso el aire. Cuando las bestias se van, quedan las moscas. Miles de moscas, por todas partes moscas.

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