Zink City Demonologia - IV Sin trampas con el Diablo

Zink City Demonología

28-01-2022 • 8 minutos

En un rancho iluminado con velas, en una noche de domingo, el padre Zink escuchó a una familia de peones llorar lágrimas tristes mientras le contaban que estaban siendo acosados por el Diablo. Al parecer, una vecina llena de rabias y envidias les había metido en la casa una docena de globos negros, un frasco con tres colmillos de gato blanco y un muñeco Chucky empapado en querosén. El santo padre entendió que no se trataba de un maleficio de las tinieblas más oscuras, pero igual el asunto era para andarse con cuidado. Sacó un mazo nuevo de su sotana y lo hizo crujir en sus manos. Lleno de viveza criolla dijo con voz fuerte y con los ojos como en trance: —¡Preséntate, Serpiente con patas! Juguemos una partida de truco mano a mano. Veloz como el tahúr acude al garito, el Diablo se corporizó al ser invocado para jugar al deporte que él mismo inventó. —Mirá, cristiano, que si gano me quedo con tu alma —dijo el Demonio con esa voz que siempre es dulce de escuchar. —Y si yo gano, dejás en paz a estos pobres paisanos —replicó el cura, gustoso de empezar el juego que nos hace mentirosos y argentinos. Bebiendo ginebra se trenzaron en un duelo terrible de gestos, risas y tramposa palabrería. Zink jugó tranquilo, como un desperado que entra a la balacera sin derramar una gota de sudor. Nuestro cura sabe que al Diablo sólo se le puede ganar mintiendo con la verdad.