No es bueno para nosotras ni para nuestros hijos que carguemos con tantas culpas. Dejemos de reprocharnos por las veces en que nos hemos equivocado y démonos la oportunidad de crecer como persona y de aprender lo que nuestros hijos requieren de nosotras. Y encontremos formas de conectarnos con ellos de corazón a corazón.