Pedro Sánchez cumple los años el 29 de febrero. Nació en bisiesto. Hizo 44 la víspera de su primer discurso de investidura y lo celebró en Ferraz, en la sede de su partido, mientras ultimaba el texto con el que subiría a la tribuna del Congreso. Por primera vez, un candidato a la investidura designado por el rey iba a fracasar. "Como se dice en términos taurinos estoy como en capilla. Ahora mismo me pillas escribiendo algún dardo a Rajoy y tendiendo algún puente a Iglesias".
"No hay una suma posible sólo con partidos de la misma ideología. Sencillamente, no suma. No da. Estamos obligados a mezclarnos y descubriremos que el mestizaje enriquece mientras la uniformidad empobrece". Sánchez llama al mestizaje pero nada se mueve. España asiste a una sesión de investidura consciente de que no habrá sorpresas. Se vota con el único efecto de que empiecen a contar los dos meses que marca la Constitución para que, si nadie pacta, se vuelva a votar. La ciudadanía, más interesada que otras veces en la Política, y a la vez más hastiada por ella, contempla un debate cuyo final ya sabe: "Votos emitidos: 350. Votos a favor del candidato: 131. Votos en contra: 219. Abstenciones: ninguna."