La inflamación es una respuesta automática de nuestro cuerpo ante un posible daño detectado por nuestro organismo como caídas, quemaduras, pinchazos, infecciones…
Estos síntomas, forman parte del proceso de reparación.
Sin esta respuesta inflamatoria no puede producirse el proceso de recuperación del daño o lesión.
Es una respuesta estratégica que tiene nuestro sistema inmune para atacar y defendernos de cualquier agente externo que pueda perjudicarnos.
Cuando un proceso inflamatorio se mantiene activo a largo plazo,
en un estado de alerta, sin ningún motivo aparente, hablamos de Inflamación Crónica de Bajo Grado.
Este tipo de inflamación, activa de forma crónica nuestro sistema inmune, y eso causa un daño en nuestro organismo.
Una lesión que nunca cura.
La constante activación y respuesta del sistema inmune para poder defendernos de lo que él considera que nos está haciendo daño, acaba afectándonos negativamente.
Pues bien, cuando tomamos antiinflamatorios o
buscamos soluciones rápidas para PARAR esos síntomas ese proceso inflamatorio, debemos tener en cuenta que también estamos deteniendo procesos super importantes de regeneración.
Por lo que, ese proceso de recuperación no solo lo frenamos, sino que lo alargamos.
No queremos sentir nada mínimamente desagradable.
Queremos vivir en normotermia, con comidas que me gusta, hiperpalatables, esforzándome lo mínimo y no sentir dolor ni molestia.